¿Eres una mujer virtuosa? o ¿Eres piedra de tropiezo?



Uno de los roles más importantes que como mujeres tenemos y que nos ha sido establecido por Dios es el de ser esposa, y en estos tiempos no solo se vuelve cada vez más exigente, sino más complicado, el ritmo de la vida ha orillado a muchas mujeres a salir de casa a trabajar y querer estar en igualdad de circunstancia que nuestros maridos, o aún peor el querer ser mejores que ellos, ganar más dinero, ser más exitosas, más preparadas, vaya,        ¡necesitar cada vez menos de ellos!

Te has puesto a pesar porque se ha venido toda esta situación en el mundo? No es más que un engaño del enemigo, él tiene como objetivo destruir todo lo que Dios ha creado con tanto amor para nosotros y algo de ello es el perfecto orden de un matrimonio.

La biblia nos revela en 1 Pedro 3:1 “Asimismo vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen en la palabra de Dios, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas.”
 Esto quiere decir que nosotras debemos estar sujetas por amor a nuestros esposos, pero sobre todo por amor y obediencia a Dios, esta sujeción no habla de esclavitud o machismo, sino habla de gozo, de ser esa ayuda idónea de nuestros maridos y así seguir con el plan original de Dios, y                      
  ¿qué obtendremos de esto? 

Que nuestra conducta sea un testimonio vivo y así como nosotras vivimos, las demás mujeres quieran saber que estamos haciendo para ser felices y vivir en comunión con nuestros esposos, pero lo más importante, que más mujeres y familias enteras lleguen a los pies de Dios.

Siguiendo con nuestra serie Mujer de Dios, este día vamos a hablar acerca de cómo Dios estableció que seamos esas mujeres vistosas respecto a nuestros maridos.


La palabra virtuosa viene del hebreo que significa ideal, hacendosa, competente, digna y suficiente. Nuestro esposo debe confiar plenamente en nosotras, desde lo que nos ha dispuesto para gasto, que será usado de manera sabia y organizada, hasta que si estamos lejos de ellos tendremos una conducta intachable, que cada palabra que sale de nuestra boca sea meticulosa y llena de sabiduría y prudencia (Proverbios 31:11)

Debemos ser mujeres amorosas y respetuosas con nuestros esposos, prestar todas las buenas atenciones hacia ellos, ser esa ayuda que necesitan y no la piedra de tropiezo, pero sobre todo ayudarlos a cumplir el propósito que Dios ha puesto en ellos como cabezas de familia (Proverbios 31; 12)

No debemos olvidar que cada cosa bien hacha para ellos, cada palabra de aliento, cada sonrisa, cada caricia, cada demostración de amor, es como si se la estuviéramos haciendo o demostrando a nuestro Dios.

No dejemos que las vanidades del mundo nos arrastren, Dios no nos llenó de todas esas capacidades que como mujeres tenemos para gozar de gloria en soledad, sino que nos capacitó de todo ello para formar ese cordón de tres dobleces difícil de romper (Eclesiastés 4:12) Hombre, Mujer y Dios.
¡Dios te bendiga!
Autor: Adriana Giles


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